José Ignacio González Mozos.- La grandeza de los pueblos se conserva en su historia, una historia que descansa en la memoria de quienes han tenido la responsabilidad y el compromiso de hacerlos avanzar y progresar dentro de los distintos campos que abarca el saber humano. Sin memoria no existiríamos, al igual que tampoco existiríamos sin asumir la responsabilidad de mantener vivo el valioso legado transmitido por todos aquellos que nos antecedieron.
Archivo del Autor: Jose Ignacio González
Primer premio en el II Certamen Regional «Villa Mota del Cuervo»
José Ignacio González Mozos.- Aquella cálida tarde de primavera de principios de los años ochenta tenía una luz especial. Quizá bajo la mirada curiosa y atenta del niño que aún ni tan siquiera había despertado a la adolescencia, aquella claridad que flotaba ingrávida por la sala de ensayos de la banda municipal de Puertollano se tornaba en algo casi mágico, como una vistosa sinfonía de colores y sensaciones entrelazadas por un contrapunto infinito. Frente a mí, Hipólito García, conocido cariñosamente por todos como Poli, me hizo pasar por entre las tupidas cortinas granates que delimitaban el pequeño escenario de moqueta azul sobre el que se disponían ordenadamente las sillas y atriles de los músicos. El cortinaje lateral de la sala formaba una especie de pasillo en el que, sobre diferentes estanterías metálicas, se encontraban muchos de los instrumentos de la banda. Al fondo del pequeño pasillo, bajo las maletas de los trombones de pistones de Pablo y Laguna, se encontraba la caja con los uniformes. Era una vieja caja de madera en la que se apiñaban chaquetas y pantalones y unas maravillosas gorras de plato. Hay muchos detalles que el tiempo ya se encargó de borrar de mi memoria, pero lo que sí puedo asegurar es que aquella gorra de plato, la chaqueta y el pantalón de color azul marino que Poli me dio, significaron para mí una especie de rito iniciático de lo que más tarde sería, más que una profesión, una forma de entender la vida. Sigue leyendo
La zarzuela en el siglo XX (II)
Jose Ignacio González Mozos.- Tras el pasado artículo en el que hablaba sobre los orígenes de la zarzuela y en especial de la restauración y desarrollo que sufrió a partir de la segunda mitad del siglo XIX -con la aparición de la zarzuela grande, el género chico, la opereta, la revista o los bufos de Arderius-, se hace obligado abordar hoy la evolución de nuestro género lírico a lo largo del siglo siguiente. El siglo XX, será testigo de la rápida desaparición del género chico que derivará hacia piezas cómico líricas de disparatado y cuestionable argumento en la mayoría de los casos. Sigue leyendo
La zarzuela y el género chico en la España decimonónica (Parte I)
Jose Ignacio González Mozos.- La zarzuela es el teatro lírico popular español por excelencia comparable, tanto en calidad como en cuantía, a cualquier otro que se haya hecho en el mundo a lo largo de la historia. Sin embargo, y a pesar de las similitudes con el “singspiel” germánico o la “ópera cómica” francesa, géneros que profesan gran respeto y suelen escucharse en muchos de los principales teatros europeos, la zarzuela sin tener una calidad musical inferior a estos, ha quedado relegada al ámbito de influencia de nuestro país. La razón radica probablemente, no en la calidad musical de las obras, sino en los libretos de indudable carácter local que han creado un fenómeno de limitación en una música que podría haber adquirido un marcado impulso internacional. Quizá por esta razón, no han faltado voces a lo largo de estos dos últimos siglos que han tildado a la zarzuela de género menor o “populachero”, llegando a aplicarse el término “género chico”, en sentido peyorativo, a todo tipo de zarzuela incluida la zarzuela grande.